18 A punto de celebrar en el veinticinco de Kisléu la purificación del
Templo, nos ha parecido conveniente informaros, para que también
vosotros la celebréis como la fiesta de las Tiendas y del fuego
aparecido
cuando ofreció sacrificios Nehemías, el que construyó el Templo y el altar.
19 Pues, cuando nuestros padres fueron llevados a Persia, los
sacerdotes piadosos de entonces, habiendo tomado fuego del altar, lo
escondieron secretamente en una concavidad semejante a un pozo seco, en
el que tan a seguro lo dejaron, que el lugar quedó ignorado de todos.
20 Pasados muchos años, cuando a Dios le plugo, Nehemías, enviado
por el rey de Persia, mandó que buscaran el fuego los descendientes de los
sacerdotes que lo habían escondido;
21 pero como ellos informaron que en realidad no habían encontrado
fuego, sino un líquido espeso, él les mandó que lo sacasen y
trajesen.
Cuando estuvo dispuesto el sacrificio, Nehemías mandó a los sacerdotes
que rociaran con aquel líquido la leña y lo que había colocado sobre ella.
22 Cumplida la orden, y pasado algún tiempo, el sol que antes estaba
nublado volvió a brillar, y se encendió una llama tan grande que
todos
quedaron maravillados.
23 Mientras se consumía el sacrificio, los sacerdotes hacían oración:
todos los sacerdotes con Jonatán que comenzaba, y los demás, como
Nehemías, respondían.
24 La oración era la siguiente: «Señor, Señor Dios, creador de todo,
temible y fuerte, justo y misericordioso, tú, rey único y bueno,
25 tú, solo generoso, solo justo, todopoderoso y eterno, que salvas a
Israel de todo mal, que elegiste a nuestros padres y los santificaste,
26 acepta el sacrificio por todo tu pueblo Israel, guarda tu heredad y
santifícala.
27 Reúne a los nuestros dispersos, da libertad a los que están
esclavizados entre las naciones, vuelve tus ojos a los despreciados y
abominados, y conozcan los gentiles que tú eres nuestro Dios.
28 Aflige a los que tiranizan y ultrajan con arrogancia.
29 Planta a tu pueblo en tu lugar santo, como dijo Moisés.»
30 Los sacerdotes salmodiaban los himnos.
31 Cuando fue consumido el sacrificio, Nehemías mandó derramar el
líquido sobrante sobre unas grandes piedras.
32 Hecho esto, se encendió una llamarada que quedó absorbida por el
mayor resplandor que brillaba en el altar.
33 Cuando el hecho se divulgó y se refirió al rey de los persas que en
el lugar donde los sacerdotes deportados habían escondido el fuego, había
aparecido aquel líquido con el que habían santificado las ofrendas del
sacrificio Nehemías y sus compañeros,
34 el rey después de verificar tal hecho mandó alzar una cerca
haciendo sagrado el lugar.
35 El rey recogía grandes sumas y las repartía a quienes quería hacer
favores.
36 Nehemías y sus compañeros llamaron a ese líquido «neftar», que
significa «purificación»; pero la mayoría lo llama «nafta».